LACAN EN ENTREDICHO.

SAID, EDUARDO

Editorial Prometeo

Elegí detenerme en este texto para su lectura comentada y crítica, tanto por su relevancia como lugar de orientación y formación en el medio lacaniano; como por que sus enigmas y encrucijadas me informaron, detuvieron y entretuvieron en muchos momentos. Asumo en ello mi propia inserción en sus contextos. De las palabras de Lacan se deducen relevantes consecuencias en la dirección de la cura. Y anticipo que en localizaciones álgidas de su posición-elaboración expreso mi disenso. Interrogo a Lacan habiendo sucumbido a alienarme primero en sus atmósferas. Lacan no resulta indiferente. Su nombre propio, llevado a nombre común, hace de pivote como para que la elaboración de disensos o consensos tenga como precondición insertarse en el alcance de sus desarrollos. Es posible que quede así la posibilidad del reconocimiento de la invención acotada a su exclusiva atribución. No se trata de amarlo, ni de odiarlo. El propio Lacan lo reclamó. Tampoco de citarlo a partir de la admiración que anula la puesta en entredicho a la que él invita. Asumo valerme de la ocasión para poner en debate mis propias perspectivas. Eduardo Said

LACAN EN ENTREDICHO.SAID, EDUARDO

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Elegí detenerme en este texto para su lectura comentada y crítica, tanto por su relevancia como lugar de orientación y formación en el medio lacaniano; como por que sus enigmas y encrucijadas me informaron, detuvieron y entretuvieron en muchos momentos. Asumo en ello mi propia inserción en sus contextos. De las palabras de Lacan se deducen relevantes consecuencias en la dirección de la cura. Y anticipo que en localizaciones álgidas de su posición-elaboración expreso mi disenso. Interrogo a Lacan habiendo sucumbido a alienarme primero en sus atmósferas. Lacan no resulta indiferente. Su nombre propio, llevado a nombre común, hace de pivote como para que la elaboración de disensos o consensos tenga como precondición insertarse en el alcance de sus desarrollos. Es posible que quede así la posibilidad del reconocimiento de la invención acotada a su exclusiva atribución. No se trata de amarlo, ni de odiarlo. El propio Lacan lo reclamó. Tampoco de citarlo a partir de la admiración que anula la puesta en entredicho a la que él invita. Asumo valerme de la ocasión para poner en debate mis propias perspectivas. Eduardo Said