DIARIO DE LA GUERRA.

RODRIGUEZ DURAN, TOMAS

Editorial Psicolibro

págs. 300 - 2016

 

Prólogo

En el mes de Junio del año 2013 la Dra. Eva Puente, viaja a Cuba a coordinar un grupo de terapia, durante ese viaje y tras las huellas del Che Guevara y la revolución cubana, el grupo llega a la ciudad de Santa Clara, allí la Dra. Eva Puente y el azar se encuentran con Tomás Rodríguez Durán, ex combatiente del Destacamento número uno de la comuna Julio Pino Machado en el año 1958.

Tres días y tres noches pasó la Dra. Eva Puente conversando con el honorable Tomás, en esos encuentros el ex combatiente le confiesa haber escrito un diario durante su estancia en la guerrilla, diario que nunca había podido publicar o nunca había encontrado el modo de hacerlo, entonces la compiladora le ofrece publicarlo en nuestras tierras y Tomás acepta gustoso.

“… Somos nosotros, todos nosotros, nosotros todos somos el mismo …”, escribe el Yacy-Yateré en un junco mientras parece ignorar mi presencia dentro del libro.

De adentro hacia fuera y de afuera hacia adentro como en un guante, como la falsa elegancia de la aristocracia durante la guerra, como la fiesta de los militares durante el proceso, de un lado el guante y del otro las vísceras, las manos en sangre y así la guerra.

La plaza es de carnaval y la selva de sonidos, en el umbral de la cabaña y de espaldas veo a tres personas, una de ellas sabe que está en el libro, las otras dos aún no se han enterado, el Yacy-Yateré levantó su mano de venas abultadas para saludar a los viajeros que, extrañamente, vestían trajes venecianos en la temporada cálida de la selva, Ella, La otra mujer, y El hombre, eran escoltados por dos soldados con armas o con ramas.

En silencio hasta el libro la guerrilla comenzó a aullar, los rebeldes descalzos de Cuba pasaron pequeños rollitos de notas a los soldados españoles y Ella, la compiladora, comenzó a enrollarlos en una larga tira de hilo color azul pardo como la tira de los deseos en los templos japoneses.

Ella, la compiladora, psicoanalista y escritora, fue encontrada por un guerrillero y un diario en Cuba; Ella, el guerrillero y el diario treparon al árbol familiar de la compiladora hasta encontrar a dos abuelos y a un hermano. En el camino por la selva y atontada por los aullidos Ella creyó visualizar a una mujer que intentaba coser raíces de una planta que había sido violentamente arrancada, La otra mujer la miró a Ella y le ofreció con humildad algunos hilos con los que podía tejerse la historia de mujeres guerrilleras y sus corazones cosidos con savia.

Entonces, Ella, el guerrillero, el árbol y La otra mujer, avanzaron por la espesura hasta llegar a un claro donde encontraron lo que parecían ser partes de una obra en construcción, allí estaba El hombre, con sus paralelismos y sus reglas, como buen arquitecto, para ayudarlas a tejer los paralelismos de las construcciones humanas.

Ella, el guerrillero, el árbol, La otra mujer y El hombre trenzaron entonces este libro-canasto hecho del universal odio y del amor atravesando, como una flecha que suaviza apenas, el dolor humano.

La pasión y su doble filo parece intentar ordenarse en las páginas de este diario.

Ella, el guerrillero, el diario y el árbol iniciaron su camino por la selva en busca de más hilos para hacer ahora una canasta.

Tamara Puente

Poeta y Psicoanalista

DIARIO DE LA GUERRA.RODRIGUEZ DURAN, TOMAS

$17.500
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Prólogo

En el mes de Junio del año 2013 la Dra. Eva Puente, viaja a Cuba a coordinar un grupo de terapia, durante ese viaje y tras las huellas del Che Guevara y la revolución cubana, el grupo llega a la ciudad de Santa Clara, allí la Dra. Eva Puente y el azar se encuentran con Tomás Rodríguez Durán, ex combatiente del Destacamento número uno de la comuna Julio Pino Machado en el año 1958.

Tres días y tres noches pasó la Dra. Eva Puente conversando con el honorable Tomás, en esos encuentros el ex combatiente le confiesa haber escrito un diario durante su estancia en la guerrilla, diario que nunca había podido publicar o nunca había encontrado el modo de hacerlo, entonces la compiladora le ofrece publicarlo en nuestras tierras y Tomás acepta gustoso.

“… Somos nosotros, todos nosotros, nosotros todos somos el mismo …”, escribe el Yacy-Yateré en un junco mientras parece ignorar mi presencia dentro del libro.

De adentro hacia fuera y de afuera hacia adentro como en un guante, como la falsa elegancia de la aristocracia durante la guerra, como la fiesta de los militares durante el proceso, de un lado el guante y del otro las vísceras, las manos en sangre y así la guerra.

La plaza es de carnaval y la selva de sonidos, en el umbral de la cabaña y de espaldas veo a tres personas, una de ellas sabe que está en el libro, las otras dos aún no se han enterado, el Yacy-Yateré levantó su mano de venas abultadas para saludar a los viajeros que, extrañamente, vestían trajes venecianos en la temporada cálida de la selva, Ella, La otra mujer, y El hombre, eran escoltados por dos soldados con armas o con ramas.

En silencio hasta el libro la guerrilla comenzó a aullar, los rebeldes descalzos de Cuba pasaron pequeños rollitos de notas a los soldados españoles y Ella, la compiladora, comenzó a enrollarlos en una larga tira de hilo color azul pardo como la tira de los deseos en los templos japoneses.

Ella, la compiladora, psicoanalista y escritora, fue encontrada por un guerrillero y un diario en Cuba; Ella, el guerrillero y el diario treparon al árbol familiar de la compiladora hasta encontrar a dos abuelos y a un hermano. En el camino por la selva y atontada por los aullidos Ella creyó visualizar a una mujer que intentaba coser raíces de una planta que había sido violentamente arrancada, La otra mujer la miró a Ella y le ofreció con humildad algunos hilos con los que podía tejerse la historia de mujeres guerrilleras y sus corazones cosidos con savia.

Entonces, Ella, el guerrillero, el árbol y La otra mujer, avanzaron por la espesura hasta llegar a un claro donde encontraron lo que parecían ser partes de una obra en construcción, allí estaba El hombre, con sus paralelismos y sus reglas, como buen arquitecto, para ayudarlas a tejer los paralelismos de las construcciones humanas.

Ella, el guerrillero, el árbol, La otra mujer y El hombre trenzaron entonces este libro-canasto hecho del universal odio y del amor atravesando, como una flecha que suaviza apenas, el dolor humano.

La pasión y su doble filo parece intentar ordenarse en las páginas de este diario.

Ella, el guerrillero, el diario y el árbol iniciaron su camino por la selva en busca de más hilos para hacer ahora una canasta.

Tamara Puente

Poeta y Psicoanalista