LA OTRA CARA DEL GRITO

Claudia Iddan

130 páginas

Grama ediciones 

Pags 130  - 2025

El silencio tiene dos caras: puede ser placentero, pero también puede ser una pesadilla. Las palabras “silencio” o “quietud”, según la autora, no logran cubrir lo que encierran estos dos aspectos; por lo cual la expresión “silencio inerte” –que en lengua hebrea se condensa en una sola palabra: dmamá–, fue elegida como la más adecuada y, en general, la más enfatizada en el texto. Esta expresión crea una alianza con el movimiento de la pulsión al involucrar la pulsión de muerte.

¿Por qué intentar escribir sobre el silencio inerte? Aun cuando fuera “elocuente” a su manera, representa la antítesis del habla. Sabemos que el psicoanálisis se basa en el habla y que, mediante la palabra, se avanza para llegar al hueso, al núcleo del síntoma. Intentar investigar el tema se impuso como necesidad sine qua non, pues representaba una de las vías para romper ese silencio inerte que se había convertido en una especie de hueso sólido en el cuerpo de la autora.

La investigación de este tópico, que implica entrar al campo de las pulsiones, plantea desde ya una cuestión difícil: ¿cómo referirse a una dimensión caracterizada principalmente por el hecho de no tener palabras, incluso si silenciamos o si nos hacen silenciar determinado pensamiento o determinada idea? Lacan sostiene que el lenguaje es una herramienta mala y, por lo tanto, no tenemos noción alguna sobre lo real, porque la relación entre el habla y lo que se omite en él requiere una referencia a lo “imperfecto”, al lado malo del lenguaje. En su última enseñanza, al hablar del nudo borromeo, Lacan asigna a cada uno de los tres registros un estatus similar, y el vacío que se extiende entre ellos es el lugar en el que reside el objeto a, lo que destaca el lugar del silencio inerte como lo que también crea el enlace entre los registros.

OTRA CARA DEL GRITO, LA.IDDAN, CLAUDIA

$19.000
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El silencio tiene dos caras: puede ser placentero, pero también puede ser una pesadilla. Las palabras “silencio” o “quietud”, según la autora, no logran cubrir lo que encierran estos dos aspectos; por lo cual la expresión “silencio inerte” –que en lengua hebrea se condensa en una sola palabra: dmamá–, fue elegida como la más adecuada y, en general, la más enfatizada en el texto. Esta expresión crea una alianza con el movimiento de la pulsión al involucrar la pulsión de muerte.

¿Por qué intentar escribir sobre el silencio inerte? Aun cuando fuera “elocuente” a su manera, representa la antítesis del habla. Sabemos que el psicoanálisis se basa en el habla y que, mediante la palabra, se avanza para llegar al hueso, al núcleo del síntoma. Intentar investigar el tema se impuso como necesidad sine qua non, pues representaba una de las vías para romper ese silencio inerte que se había convertido en una especie de hueso sólido en el cuerpo de la autora.

La investigación de este tópico, que implica entrar al campo de las pulsiones, plantea desde ya una cuestión difícil: ¿cómo referirse a una dimensión caracterizada principalmente por el hecho de no tener palabras, incluso si silenciamos o si nos hacen silenciar determinado pensamiento o determinada idea? Lacan sostiene que el lenguaje es una herramienta mala y, por lo tanto, no tenemos noción alguna sobre lo real, porque la relación entre el habla y lo que se omite en él requiere una referencia a lo “imperfecto”, al lado malo del lenguaje. En su última enseñanza, al hablar del nudo borromeo, Lacan asigna a cada uno de los tres registros un estatus similar, y el vacío que se extiende entre ellos es el lugar en el que reside el objeto a, lo que destaca el lugar del silencio inerte como lo que también crea el enlace entre los registros.